domingo, 13 de julio de 2008

El Laberinto Humano

Capítulo 1: Un día normal

Eran las 15:30 de una tarde del mes de Junio. El sonido de una alarma indicaba el fin de las clases de una universidad de Valencia. Cuatro amigos salían del edificio:

-Menos mal que ya hemos terminado los exámenes-dijo Sara.

-Ya te digo-dijo Raúl-, no aguantaba ni un día más estudiando. ¿Hacemos algo para celebrarlo?

-Es que nosotros lo vamos a celebrar por nuestra cuenta-dijo Álex mirando a su novia Sara.

-Am-dijo Raúl-, no pasa nada. Patricia y yo iremos por ahí a tomar algo. Nos vemos mañana en clase.

Los cuatro amigos se despidieron yendo cada grupo a una zona distinta. Álex y Sara fueron a casa de ésta. Después de una buena tarde los dos juntos, llegó la noche.

-¿Crees que habré aprobado todo?-dijo Sara.

-Seguro que sí-dijo Álex-, eres la más lista de la universidad.

-Qué tonto-dijo Sara besando a su novio.

-¡Mierda!-dijo Álex mirando el reloj-, es muy tarde me tengo que ir. Mañana nos vemos en clase. Te quiero.

Álex se marchó. Patricia se vistió y se fue a hacer la cena. Después de cenar, se sentó en su mesa con una pila de deberes.

-Ahora toda la noche haciendo deberes-dijo Sara.

Encendió el ordenador para buscar información de un autor. Cuando abrió la pantalla vio que había recibido un e-mail de alguien desconocido.

“Persona del cuadrante dos:

Me comunico a usted para otorgarle el honor de que su vida esté resuelta. Le ofrecemos una oportunidad para poder triunfar en la vida. Nos reuniremos con los demás esta noche a las 00:00 en el descampado 12 de la carretera de Valencia”.

Sara no tenía muy claro lo que era, pero tenía curiosidad. Miró el reloj y descubrió que sólo le quedaba una hora.
Se lo pensó un rato, pero finalmente se vistió, salió a la calle y fue a aquel lugar con su coche. La noche era demasiado oscura y había algo de niebla.

Quince minutos antes de la hora marcada, llegó al descampado: no había nada. En ese momento escuchó una voz que decía su nombre.


Capítulo 2: Reunión inesperada

Sara descubrió a su amiga Patricia, que también estaba en el descampado.

-¿Qué haces aquí?-dijo Sara.

-A mi me han mandado un e-mail-dijo Patricia-, ¿y tú?

-A mi también-dijo Sara.

Las dos chicas se sentaron en el suelo y comenzaron a hablar.

-¿Qué tal con Álex?-dijo Patricia.

-Bien…-dijo Sara.

-Ese bien no me ha parecido muy bueno-dijo Patricia-, ¿tenéis problemas?

-No es eso-dijo Sara-, lleva casi un mes sin quedar conmigo casi ni prestarme atención. Hoy mismo estábamos en mi casa y se ha marchado sin darme ninguna explicación.

-Seguro que tiene que haber una explicación-dijo Patricia-, mañana habla con él cuando vayamos a clase. ¿Cuánto queda para las 00:00?

-Unos segundos-dijo Sara-, pues lo que te decía que…¡¡¡AHHHHHHH!!!

En cuanto dieron las doce, la zona en la que estaban desapareció y las dos cayeron por una especie de tubo hasta un duro suelo. Al rato, las dos se levantaron. Estaban en una oscura sala, no se veía nada.

-¿Dónde coño estamos?-dijo Patricia.

-No lo sé-dijo Sara-, pero a mí esto no me gusta nada.

-Tiene que haber alguna forma de salir de aquí-dijo Patricia-, probemos por el tubo.

-Se ha cerrado-dijo Sara-, tiene que haber algo aquí no creo que nos hayan citado para nada.

Las dos chicas se pusieron a mirar por la oscura sala hasta que Patricia encontró algo.

-¡Aquí hay un picaporte!-dijo Patricia-, ¡es una puerta!

Las dos chicas abrieron la puerta y salieron de la habitación. Una luz cegadora les avisó que ya no estaban en la sala oscura.


Capítulo 3: El laberinto

La luz dejó de estar tan fuerte. Las dos chicas pudieron ver que estaban como en una especie de calle larga, pero sin techo, con las paredes tan altas que no veían su final.

-¿Dónde estamos?-dijo Patricia.

-No lo sé-dijo Sara-, pero algo me dice que no debimos venir aquí.

-Bienvenidas-dijo una voz.

-¿Quién ha dicho eso?-dijo Patricia.

-Bienvenidas chicas a mi casa-dijo la voz-, gracias por asistir. Como os dije, hoy van a cambiar vuestras vidas para siempre.

-¿Dónde estamos?-dijo Sara.

-En mi casa-dijo la voz-, o como le llamaríais vosotros, en un laberinto.

-¿En un laberinto?-dijo Patricia-, ¿para qué?

-Para que vuestras vidas cambien-dijo la voz-, cuando consigáis llegar al final vuestras vidas habrán cambiado. Eso si es que conseguís salir. Suerte.

La voz se apagó. Las dos chicas estaban en la entrada del laberinto, ya no podían ni regresar a la sala oscura: tenían que cruzar el laberinto.

-Esto no me da buena espina-dijo Patricia-, pero tenemos que cruzarlo.

-Lo mejor será no separarnos nunca-dijo Sara-, es más seguro.

-De acuerdo-dijo Patricia.
Las dos chicas comenzaron a avanzar por la larga calle hasta que llegaron a una especie de rotonda. Había otras cinco calles con un letrero cada una.

Calle 1: “El secreto de Patricia”
Calle 2: “La verdad de Sara”
Calle 3: “El padre de Patricia”
Calle 4: “Amigo fiel”
Calle 5: “Posible amor”

-¡¿Se puede saber qué coño es esto?!-dijo Patricia-, ¡¿por qué están aquí nuestros nombres?!

-No lo sé-dijo Sara-, ¿por qué calle vamos?

-A la cuarta calle-dijo Patricia-, tengo un presentimiento.


Capítulo 4: Amigo fiel

Las dos chicas entraron en la calle. Cada vez que avanzaban más, la calle se hacía más oscura hasta que pareció que era de noche en el laberinto.

Llegaron hasta una zona con dos puertas

“A”
“B”

-¿”A” o “B”?-dijo Sara-, ¿por cuál entramos?

-No lo sé-dijo Patricia-, creo que por la “B”.

Las dos chicas cruzaron la puerta. Se encontraron en una sala con agujeros en el suelo.

-¡Oh Dios mío mira!-dijo Patricia señalando al suelo.

En la parte de arriba había una jaula, dentro estaba Raúl. La voz comenzó a hablar:

-Bienvenidas a la cuarta calle chicas-dijo la voz.

-¿Quién coño eres?-dijo Patricia-, ¡sácanos de aquí!

-Vosotros solas podéis salir-dijo la voz.

-¡Saca a Raúl de la jaula!-dijo Sara.

-¿Y por qué no le sacáis vosotras?-dijo la voz-, a la derecha tenéis una escopeta con un tiro. Mirad al techo: veréis una especie de “X” colgando debajo de la jaula, y un poco más a la derecha una llave colgando de otra “X”. La llave abre la puerta que tenéis enfrente de vosotras, donde saldréis al final del laberinto. En cambio, si le dais a la “X” de la jaula, la llave desaparecerá y tendréis que intentar salir por otra parte. Por cierto, ¿os he dicho que tenéis un minuto para pensarlo? Suerte.

-¡Cabrón!-dijo Patricia-, ¡da la cara!

-No tenemos tiempo para eso Patricia-dijo Sara-, ¿qué hacemos?

-Sacar a Raúl-dijo Patricia.

La joven apuntó a la “X” con la escopeta y consiguió acertar. La jaula cayó mientras la llave desaparecía.

Cuando la jaula cayó, se abrió y Raúl consiguió salir.

-¡Muchas gracias por haberme liberado!-dijo Raúl.

-¿Cómo has acabado aquí?-dijo Sara.

-Recibí un e-mail-dijo Raúl.

-Salgamos de aquí-dijo Patricia-, un momento. ¿Qué es ese ruido?

En ese momento del techo salieron una especie de clavos grandes. El techo comenzó a descender. Los tres regresaron a la puerta pero estaba cerrada.


Capítulo 5: La página

-¡Mierda!-dijo Patricia-, ¿ahora qué vamos a hacer?

-¿Qué es eso?-dijo Sara mirando debajo de la puerta: había un papel.

-“Para abrir la puerta por la que habéis entrado necesitáis la llave que se encuentra en la zona que más gusta de Raúl”-leyó Sara.

-¿Qué significa?-dijo Patricia.

-Mira el dibujo-dijo Raúl-, es el dibujo de una…lengua.
-La llave está en tu lengua-dijo Patricia-, ¿qué hacemos?

-Saca tu navaja y córtame la lengua-dijo Raúl.

-¿Te has vuelto loco?-dijo Sara.

-O eso o moriremos aplastados-dijo Raúl.

-Está bien-dijo Patricia.

Con cuidado le cortó la lengua y la abrió: dentro estaba la llave. Abrieron la puerta y consiguieron salir de la habitación.

Raúl gritaba de dolor. Patricia y Sara consiguieron curarle un poco. Raúl se dio cuenta de que ya no podía hablar más. Los tres amigos se abrazaron pensando en que algún día saldrían de ahí.

Volvieron a la zona de las calles. Probaron a entrar en la tercera calle: EL PADRE DE PATRICIA.

-Espero que esto no signifique que tienen a mi padre-dijo Patricia mientras avanzaba con Sara y Raúl por la calle.

Los tres amigos llegaron a una especie de sala. Había un papel y una pistola en una mesa. Patricia cogió el papel y lo leyó en alto.

-“Septiembre de 2005: Tengo las manos manchadas de sangre, nunca podré olvidar lo que he hecho. Parece que fue ayer cuando el padre de Patricia me intentó violar y yo le maté. Firmado: Sara”-dijo Patricia.

-¿Mataste a mi padre?-dijo Patricia.

-¿Cómo han conseguido eso?-dijo Sara-, te juro Patricia que solamente fue en defensa propia.

-En defensa propia podrías haberle golpeado pero no asesinarlo-dijo Patricia-, y encima me lo has ocultado tres años de mi vida. No tienes perdón.

Patricia cogió la pistola y apuntó a Sara.

-¿Se puede saber qué estás haciendo?-dijo Sara-, no hagas ninguna tontería.

-Vengar la muerte de mi padre no es ninguna tontería-dijo Patricia.

-Pero somos amigas-dijo Sara.

-No somos nada-dijo Patricia-, una amiga no mata al padre de la otra. Espero que vayas al infierno para que no le veas en el cielo.

Patricia pulsó el gatillo y la bala impactó en el pecho…de Raúl, él se había puesto para que Patricia no hiciese ninguna tontería.


Capítulo 6: Secreto

-¡¡NO!!-gritaron Patricia y Sara.

-Está muerto-dijo Sara-, le has matado.

-Yo no quería matarle a él-dijo Patricia llorando.

Patricia y Sara se miraron y se abrazaron.

-Lo siento mucho Sara-dijo Patricia-, seguro que tú no quisiste matarle.

-Lo siento yo Patri-dijo Sara.

-¿Ahora qué vamos a hacer?-dijo Patricia.

-Por lo pronto coger la pistola y probar por otra calle-dijo Sara.

-Sólo tiene dos balas más-dijo Patricia mirando en el cargador de la pistola.

-No pasa nada-dijo Sara-, vamos.

Los dos salieron de la sala dejando allí el cadáver de su amigo Raúl.

Las dos chicas llegaron de nuevo a las calles.

-Un momento-dijo Sara-, cuando entramos por la cuarta calle había dos puertas. ¡Tenemos que probar por la otra!

Las dos chicas corrieron por la cuarta calle hasta llegar a las dos puertas:

“A”
“B”

-Probemos por la “A” ahora-dijo Patricia.
Las dos chicas entraron. Sara pudo agarrar a Patricia antes de que se cayese a una especie de barranco, lo que no pudieron evitar es que la pistola cayese por el barranco.

-Por lo pelos no lo cuento-dijo Patricia.

-Será mejor que regresemos a la rotonda de las cinco calles-dijo Sara.

Los dos regresaron. Decidieron probar por la primera calle: EL SECRETO DE PATRICIA.

Anduvieron por una calle hasta que llegaron a una zona desértica: no había nada.

-¿Qué se supone que es esto?-dijo Patricia.

-No lo sé-dijo Sara-, por si acaso no te muevas.

En ese momento, un trozo de la pared de delante se giró saliendo el mismo trozo pero con una pantalla.

Al momento comenzó a salir un video: era un video del comienzo de curso de 2006, hacía casi dos años. En las imágenes se podía ver a Patricia liándose con Álex, el novio de Sara.


Capítulo 7: Verdad

-¿Te liaste con mi novio?-dijo Sara furiosa.

-¿Cómo han conseguido esto?-dijo Patricia-, Sara te lo puedo explicar. Yo estaba mal porque lo había dejado con Rubén y él estaba enfadado contigo. Fue sólo un momento.

-Menos mal que no tenemos la pistola-dijo Sara-, si no creo que se iba a quedar sin balas.

-Yo te he perdonado lo de mi padre-dijo Patricia-, creo que tú deberías hacerlo mismo.

-Está bien-dijo Sara-, te perdono. Salgamos de aquí.

Las dos chicas estaban cada vez más distantes pero regresaron a la rotonda de las cinco calles.

Sólo les quedaban dos calles. Decidieron probar por la segunda calle: LA VERDAD DE SARA.

-No me gusta para nada el título de esta calle-dijo Sara.

-A mí menos-dijo Patricia-, espero que no tenga nada que ver con algo que mi hiciste en el pasado.

Las dos chicas entraron por la calle hasta llegar a una especie de caseta. Entraron las dos. Cuando Sara encendió la luz, un garfio la cogió de la pared y la levantó.

-Hola chicas-dijo la voz.

-¡¡Sácanos de aquí!!-dijo Patricia.

-Veo que seguís vivas-dijo la voz-, me parece algo extraño.

-¿Qué tenemos que hacer para que sueltes a Sara?-dijo Patricia.

-Para ello Sara tiene menos de un minuto de tiempo para confesarte algo suyo, algo que tiene relación por lo rápido que te ha perdonado que te liases con su novio-dijo la voz-, suerte.

-¿A qué se refiere?-dijo Sara.

-No lo sé-dijo Patricia-, pero tienes que pensar algo sólo te quedan 50 segundos.

-No sé a lo que se refiere Patricia-dijo Sara-, no creo que sea…

-¿El qué?-dijo Patricia-, ¡dímelo!

-No-dijo Sara-, no puedo decírtelo.

-Si no me lo dices morirás-dijo Patricia-, ¿no lo entiendes?

-Claro que lo entiendo-dijo Sara-, pero creo que prefiero morir antes de que los sepas.

-Tienes casi 30 segundos-dijo Patricia-, te juro que sea lo que sea no me enfadaré de verdad.

-No-dijo Sara-, prefiero morir.

-¡¡Sara!!-dijo Patricia-, o me lo dices o te juro que seré yo la que me ponga enfrente antes de que te maten y moriré yo.

-¡¡Está bien!!-dijo Sara-, ¡¡llevo desde que te conocí enamorada de ti!!


Capítulo 8: Amor

El cronómetro se paró y el garfio soltó a Sara.

-¿Cómo?-dijo Patricia.

-Que desde que te conocí descubrí que me gustabas, que soy bisexual-dijo Sara-, la gente de la universidad comenzó a sospechar, por eso comencé a salir con Álex. Cuando te besaste con él fue cuando él casi lo descubre y por eso me enfadé con él.

-¿Es verdad que estás enamorada de mí?-dijo Patricia.

-Sí-dijo Sara-, muy enamorada.

En ese momento Patricia se abalanzó sobre Sara. Las dos se besaron románticamente.

-¿Y esto?-dijo Sara.

-Que tú también me gustas mucho-dijo Patricia-, te quiero.

-Y yo-dijo Sara.

-Muy bien-dijo Patricia-, ahora salgamos de una vez por todas de este sitio para poder vivir en paz y sin mentiras.

Las dos salieron de la caseta y corrieron a meterse por la quinta calle y última calle: POSIBLE AMOR.

Llegaron a otra zona desértica. En cuanto entraron se cerró la calle por la que había entrado.

-Esto no me gusta nada-dijo Patricia.

-A mí tampoco-dijo Sara.

-Veo que sois fuertes-dijo la voz-, habéis llegado hasta aquí. Lo que me resulta raro es que hayáis pasado por todas las calles antes que por esta, igual es porque aunque hubieseis venido yo la tenía cerrada jejeje.
-Nos da igual lo que digas-dijo Patricia-, no te ha servido esto para nada salvo para asesinar a Raúl. Si tienes narices muéstrate.

-¿Creéis que no tengo narices?-dijo la voz-, ahora mismo voy.

En la parte de delante se abrió una zona del suelo. Se oía a alguien subiendo unas escaleras.

Sara y Patricia se quedaron de piedra cuando descubrieron a la persona que estaba detrás de todo.


Capítulo 9: Alguien conocido

-¿Has sido tú el que ha hecho todo esto?-dijo Sara.

-En efecto-dijo Álex.

El novio de Sara había sido el que había mandado los e-mailes y había creado aquel laberinto.

-¿Por qué has hecho todo esto?-dijo Sara.

-Lo he hecho para que vosotras dos descubrieseis a la persona que estaba al lado vuestro-dijo Álex-, os odio, y quería que os hubieseis matado entre vosotras.

-¿Y entonces Raúl?-dijo Patricia.

-Era sólo un peón en todo esto-dijo Álex-, sabía que en su calle hubieseis preferido salvarle antes que salir, que por cierto no daba a la salida. La única salida es bajando las escaleras.

-Déjanos salir-dijo Sara.

-Me parece que no-dijo Álex sacando dos pistolas-, creo que esto ha llegado demasiado lejos. Será mejor que acabe todo esto y no os vuelva a ver nunca más.

-Creo que no-dijo Patricia.

Patricia sacó una pistola y le disparó en la cabeza.

-¿Y esa pistola?-dijo Sara-, ¿no se te había caído por el barranco?

-Tiré mi móvil para que él pensase que estaba desarmada-dijo Patricia.
-Bien pensado-dijo Sara-, salgamos de aquí.

Las dos chicas bajaron las escaleras. Atravesaron una cueva y salieron a un descampado vacío.

En ese momento unas luces las apuntaron.

-¡¡Policía!!-dijeron muchas voces-, quedan detenidas por el asesinato de un hombre.

La policía tenía el cuerpo de Raúl. Patricia soltó la pistola

-¿Nosotras?-dijo Patricia mientras ella y Sara eran esposadas-, ha sido…

Patricia vio al fondo a Álex marcharse lentamente.

-No puede ser-dijo Patricia-, ¡fue él! ¡fue él!

-¡Silencio!-dijo el policía-, iréis a los calabozos.

El coche de policía se las llevó. Álex seguía mientras andando. Entró en una caseta al decir una contraseña.

-¿Necesitas otro más?-dijo un hombre.

-No-dijo Álex-, todo ha salido casi como esperaba.

Aquella caseta estaba llena de clones de Álex.

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